Hoy nos situamos camino de las ruinas de Medina Al-Zahara a cinco kilómetros de Córdoba se ubicó en un marco privilegiado al abrigo de las laderas de Sierra Morena, desde donde contemplamos el Valle del río Guadalquivir y la Campiña.
En el año 929 Abd-al-rahman III sé autoproclamó califa tras vencer los disturbios internos que asolaban al-Ándalus, someter a algunos príncipes rebeldes norteamericanos y dominar a los reinos cristianos peninsulares .Lejos de pensar que el soberano funda una ciudad para la favorita Azahara, la nueva imagen de un estado Andalusí fuerte y consolidado argumentaba el origen de la naciente urbe. No se sabe si el alcázar de Córdoba quedó pequeño para el dignatario pero lo cierto es que desde el año 945 los funcionarios de la casa de la moneda fueron trasladados a Madinat al.zahra; sede de gobierno, residencia personal y vivienda de una corte numerosa. Unas 10.000
Personas trabajaron diariamente en su construcción utilizándose materiales locales como piedra caliza, pizarra violácea y y mármol rojo, aunque ibn al-jatib precisa que además llegaron mármoles y estatuas de oro procedentes de Bizancio, Siria y Túnez

Todo el conjunto de 1.518 metros estaba rodeado por una sólida muralla dispuesta en tres terrazas pendientes. La superior correspondía a dependencias privadas del dignatario y su corte, la mediana albergaba edificios relacionados con la administración y en la inferior se situó la Mezquita, posiblemente la ceca, mercados y las viviendas de algunos habitantes que por una buena suma de dinares abandonaron Córdoba.

Bajando por una serie de calles hacia el Este se halla la Casa de los visires consistente en un pórtico que precede a una sala de cinco naves separadas por arquería de herradura.